El día 29, los españoles nos levantamos con la octava huelga general desde que se instauro la democracia en nuestro país y la quinta que padece un gobierno del PSOE.
Como suele ocurrir en política, todos han ganado y nadie se declara como perdedor, el gobierno, porque sigue adelante con la reforma laboral sin cambios y los sindicatos porque han demostrado que tienen poder para paralizar un país mediante los piquetes informativos y han lavado su imagen de sindicatos obedientes a los poderes políticos, aunque no se han podido quitar la etiqueta de sindicatos subvencionados por el gobierno.
Pero esta huelga, si ha tenido unos perdedores, estos son todos los trabajadores que ven como las reformas aprobadas recortan los derechos sociales adquiridos, además del sacrificio en estos momentos de crisis de un día de sueldo, que no han servido para nada y lo más preocupante es el distanciamiento que ha aumentado entre los trabajadores y los sindicatos.
En Morón, la huelga ha sido un éxito, pero este éxito se puede convertir en una victoria pírrica para los sindicatos y grupos políticos que apoyaron tanto la convocatoria como con su participación en los piquetes. Debido a que los trabajadores, que hicieron huelga tanto de forma voluntaria como los que la realizaron de forma involuntaria han visto sus expectativas malogradas con un resultado nulo y por ese mismo motivo pueden repercutir en sentido negativo, cuando estos sindicatos y partidos pidan a los trabajadores nuevos esfuerzos (huelgas, manifestaciones, etc) o los partidos pidan el voto en las próximas elecciones municipales.
Con una victoria, como la obtenida por los sindicatos y partidos políticos en Morón, pueden que estos tengan que decir al igual que el rey Pirro: “Otra victoria como esta, y tendré que regresar a Epiro solo”.
Ahora el gobierno tiene en proyecto retrasar la jubilación a los 67 años y además elevar el cómputo de años cotizados de 15 a 20 años para calcular la prestación de la jubilación, por lo que esta huelga realizada con retraso y a destiempo, solamente ha servido para restar armas a los sindicatos para realizar nuevas movilizaciones.
Esperemos que los sindicatos se olviden de la política y sin demora se ocupe de defender los intereses de los trabajadores frente a la amenaza de los recortes sociales y laborales que planea en un futuro no muy lejano.
PERULERO
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