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lunes, 11 de octubre de 2010

OKUPAS EN EL AYUNTAMIENTO

En España, alquilar una vivienda es sinónimo de confianza y fe ciega, debido a que cuando existe un problema con el inquilino y solicitas amparo a la justicia, esta actúa de una forma tardía y muchas veces el inquilino se aprovecha de ella, para seguir disfrutando hasta que finalmente son desalojados y muchas veces te encuentras la vivienda destrozada por dentro.

Los políticos son iguales que unos inquilinos, le hacemos un contrato por cuatro años, firmados con nuestros votos en las elecciones y ellos entran en nuestras casas, (congreso, senado y ayuntamientos), con un contrato definido en su programa electoral, que la mayoría incumplen en una parte o en su totalidad.

Al partido de Zapatero, le hicimos un primer contrato, tuvimos dudas en su renovación pero pensamos que era lo mejor para todos nosotros y le hicimos un nuevo contrato por otros cuatro años, ahora nos encontramos que todo lo que nos prometió y nos concedió nos está privando de ello y además nos está llevando a un pozo del que tardaremos en salir, recortándonos prestaciones sociales y laborales que se habían conseguido antes de su entrada, jugando con nuestros derechos consolidados y lo que es peor, con nuestra jubilación.

En Morón, el alquiler es peor todavía, al igual que en el caso de Zapatero, se volvió a dar la confianza a nuestro alcalde, por otros cuatro años, pero en vez de actuar como inquilino principal, se retiro a su finca y nombro a un inquilino accidental y a otro con poderes, saltándose el contrato a la torera (y nunca mejor dicho).

Sus relaciones con los vecinos (oposición, asociaciones y pueblo), es nula y hace caso omiso a las continuas advertencias de estos vecinos de que está incumpliendo todo lo pactado con ellos, generando un ambiente de gran crispación.

Si alguna de las denuncias que están en curso prosperara, debería abandonar la vivienda, pero al igual que un okupa, juega con los recovecos legales de la justicia, dilatando en la medida de lo posible un pronunciamiento de ella que podría hacerle irse por la puerta trasera o en el peor de los casos para él, ocuparía otra vivienda en la carretera de La Puebla de Cazalla.

Dentro de unos meses finaliza su contrato, y todos tendremos que optar por un inquilino que ocupe la vivienda. La información del estado de la vivienda, es que está destrozada e hipotecada más allá de unos límites razonables, por ese motivo, cualquier nuevo inquilino tendrá serios problemas para atajar y resolver los problemas heredados.

Por mi parte, no pienso renovar el contrato con los actuales inquilinos y espero que el que entre no deje una huella tan mala en la vivienda, como la de los dos últimos inquilinos, hacerlo peor que ellos, es bastante difícil, han dejado el listón muy alto.

PERULERO

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