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domingo, 2 de mayo de 2010

Sexo, mentiras, y cintas de video

Los nuevos gurús de la televisión son los presentadores y comentaristas extraídos de programas culturales del calibre de “El Gran Hermano”. Atrás, han quedado borrados de la memoria colectiva, programas que debatían asuntos de interés cultural, político e intelectual, como eran “La Clave” de Balbín y en su puesto han aparecido programas que debaten cuantos polvos en una noche aguanta, si se ha acostado con una o con otra, o si la niña se come todo el pollo, con periodistas como Karmele, Mariñas o Patiño y con comentaristas de alto intelecto, como Belén Esteban, Paquirrín o Bea “la legionaria”.

Nos dejamos guiar y asimilamos que en estos programas los invitados y hasta los periodistas, dicen la verdad, cuando en ocasiones es mentira manifiesta y ha quedado demostrado que en numerosas ocasiones se ha negociado todos los pasos con alevosía y premeditación.

Estos programas de la denominada “telebasura”, declaran culpable a todas las personas sometidas a su microscopio particular, si el acusado no hace declaraciones, automáticamente entra en juego el refranero español que indica “el que calla, otorga” , por lo tanto es culpable, y si hace declaraciones, le da carnaza a estos programas para seguir criticando y sacando punta a todas las frases, y en algunos casos sacando del contexto, y exprimiendo el jugo para rellenar minutos en otros programas.

El zumo de Ubrique, está siendo exprimido al máximo, abarcando todo lo que le rodea, actuando como un agujero negro que atrae todo lo que ha estado en su proximidades y sacando a la luz pública en la mayoría de los casos, temas de índole personal, que no deberían traspasar los umbrales de los hogares.

Los programas han aprendido de denuncias recibidas por difamación y ataques al honor de las personas, y se cuidan mucho de acusar directamente y lo hace por alusiones más o menos directas o indirectas.

Por este tipo de alusiones, el nombre de Morón y el de personas de Morón, ha salido en varios programas de televisión y no precisamente de forma halagüeña. No debemos entrar en el doble juego moral de discutir la sexualidad de las personas, cada uno es libre de demostrarla u ocultarla. Si por el contrario, el disfrute de la sexualidad de una persona conculca los derechos de otras personas, y más aún si son menores, la labor de los ciudadanos afectados es la denuncia ante las autoridades pertinentes, y no el pasar por caja y realizarlo por varios capítulos, según los niveles de audiencia del programa. Este paso por caja y por capítulos, desvelando y desgranando “su verdad”, causa lo contrario restando veracidad al argumento principal.

En este caso, denunciado en televisión, no está contemplado ningún delito que pueda ser investigado por la Fiscalía de Menores, ya que los supuestos hechos, fueron realizados siendo el novillero, mayor de edad, y solamente podría haber denunciado un supuesto delito de mobbing.

PERULERO

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